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La piel como frontera. Tocar, sentir, ser
Autor: Cristina Álvarez Reinares
ISBN: 9788487705366
Páginas: 272
DescripciónEl lenguaje no es neutro. Las palabras que nos dirigen, así como las que nosotros emitimos, conforman un mundo significativo en el que se quedan atrapados nuestros pensamientos, nuestros valores, nuestros estados emocionales. Las palabras adquieren su peso en el mismo momento en que son emitidas. Las palabras que los otros nos envían como mensaje o las que, precavidos, lanzamos nosotros, al final siempre llevan su carga, es decir, nos delatan. La autora de este libro posee una sólida base psicológica, un fino sentido del humor y un excelente dominio del lenguaje. Esos tres elementos se ponen al servicio de una creativa forma de asomarse a la realidad.
DetallesÍNDICE
PRÓLOGO9
1. La piel como envoltura17
2. Funciones psíquicas de la piel49
3. La imagen del cuerpo85
4. Manifestaciones afectivas de la piel129
5. La piel en el dolor y en el sufrimiento173
6. La prohibición del tocar209
7. La memoria táctil255
BIBLIOGRAFÍA267
Algunos fragmentos de La piel como frontera:
Del Cap. 2, Las funciones psíquicas de la piel:
La función psíquica de la piel es equivalente a una representación mental que se apoya en su correspondiente función orgánica. Si yo mentalmente me siento a gusto y protegido dentro de ese caparazón fantasma con el que he aprendido a envolverme es porque realmente tengo un apoyo en la estructura biológica de base. Lo biológico representa el apuntalamiento de lo psíquico y le permite el desarrollo. […]. Del mismo modo, la piel orgánica es el apoyo de la piel psíquica, que le va a permitir los sucesivos envoltorios imaginarios a medida que las condiciones orgánicas y ambientales del desarrollo vayan propiciando la evolución conjunta. […]. La piel psíquica está estructurada con todos los ecos que nos llegan desde los ámbitos más insospechados de nuestra existencia. Desde la salud o la enfermedad recibimos el eco base de una piel fuerte y vital que nos da impulso o de una piel por la cual vamos perdiendo la integridad y la consistencia de lo que ha llegado a ser nuestra personalidad. También nos alcanzan ecos sensoriales que nos permiten entrar en contacto con la realidad y que logran crear una piel psíquica asentada en un puntal firme como es el de sentirse “uno” entre lo “otro”.
Del Cap. 3, La imagen del cuerpo:
Hay una parte en cada uno de nosotros que está fundida al cuerpo, con raíces profundas en él. En el cuerpo tienen su asiento las sensaciones orgánicas y las exteroceptivas, la sensibilidad para el placer y para el dolor, la atracción irresistible de un sexo por otro, la respuesta espontánea al ritmo […]. Muchos, en un alarde literario o místico-religioso, la han llamado la zona oscura del alma, sin percatarse de que en ella se inicia el recorrido hacia la conciencia, el pensamiento y las más altas formas de abstracción. En un punto determinado del camino se ha solido situar la frontera entre cuerpo y alma, con la pretensión de que todo lo que pertenece al subsuelo confuso y oscuro conforma lo que denominamos cuerpo, y el resto, lo sublime y luminoso, configura la zona excelsa llamada alma, espíritu o mente.
Del Cap. 4, Manifestaciones afectivas de la piel. La erótica de la piel:
La piel es la zona erógena por excelencia. Parece como si el cuerpo humano estuviese delimitado por un cubrimiento de sensualidad que se abre al mundo, ofreciendo unas vías de intercambio entre las posibilidades de dar con las posibilidades de recibir. Todos los sentidos se asoman a la piel para captar los mensajes gratificantes que le llegan por vía distal: los olores, los sonidos, los colores y las formas, o leves contactos, los dedos amorosos que la repasan, la calidez de otra piel en contacto. La piel centraliza y vincula pequeños y grandes placeres. […].
La erótica del gusto, la de la vista, la del oído, la del olfato, se funden en una totalidad global en la del tacto. El tacto supone la máxima proximidad del erotismo. La piel se humedece de placer, se moviliza con imperceptibles sacudidas, incontrolables, vibra, se acalora, se ofrece pletórica, lujuriosa en su tersura o temerosa en su rugosidad, pero se ofrece, y por si no fuese suficiente con sus propios méritos, se somete al embellecimiento artificial que le proporcionan las cremas, las pinturas, los bronceados al sol, los perfumes, los polvos, los tatuajes, las incrustaciones de piedras preciosas y el tamiz sinuoso de unas telas transparentes o del vestido como segunda piel sugerente.
Del Cap. 6, La prohibición del tocar:
Así que la barrera de piel está siempre situada un poco más allá. Nos desplazamos con el espacio personal puesto. Con este impermeable para la comunicación a cuestas, nos movemos en la confianza de que los demás sabrán descifrar los mensajes de esta línea invisible que, a modo de frontera, señalamos con los símbolos de la territorialidad. No hay más que observar los signos de irritación que se producen cuando dos personas han penetrado, por fusión de la línea fronteriza, en el espacio sacrosanto mutuo. En el ascensor, en los transportes públicos, las miradas se diluyen en horizontes lejanos, tratando de evadirse y simulando que se está por encima de esa percepción táctil que a todas luces está aniquilando nuestra zona de seguridad. […].
La defensa de estos espacios de privacidad la trasladamos a todos nuestros contextos vitales. Aspiramos en el hogar a una habitación privada tanto como a un despacho individual en nuestro centro de trabajo; cerramos las puertas con la convicción de que va a funcionar el muro de separación como si hubiese sido interpuesto por legislación internacional. Como no las tenemos todas consigo, colocamos la mesa en dirección a la puerta para descubrir inmediatamente al transgresor. Nos comportamos de modo similar en los espacios públicos, que, por definición, son de pertenencia común.
Somos una pequeña editorial dedicada fundamentalmente a la didáctica de la ortografía. El método de ortografía ideovisual que venimos desarrollando es utilizado por miles de centros escolares desde el año 1961.
El método se apoya, ante todo, en la eficacia del factor visual para fijar y mantener las grafías correctas. El dibujo facilita asimismo la comprensión del vocabulario, y el tinte humorístico de muchos de los dibujos hace divertido y ameno el aprendizaje.